Alguna vez han pensado que todo puede ser mejor

Y si pudieramos ver globalmente y actuar localmente y si pudieramos pensar en grande y comenzar a actuar desde lo pequeño, ¿no sería más duradero?

viernes, 24 de abril de 2009

¿Cuál es nuestra naturaleza?

Cuenta un relato popular africano que en las orillas del río Níger, vivía una rana muy generosa.

Cuando llegaba la época de las lluvias ella ayudaba a todos los animales que se encontraban en problemas ante la crecida del rio.

Cruzaba sobre su espalda a los ratones, e incluso a alguna nutritiva mosca a la que se le mojaban las alas impidiéndole volar. Pues su generosidad y nobleza no le permitían aprovecharse de ellas en circunstancias tan desiguales.

También vivia por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana: «Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, hermana rana, llévame a la otra orilla sobre tu espalda»

La rana, que había aprendido mucho durante su larga vida llena de privaciones y desencantos, respondió enseguida: «¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si te subo a mi espalda, me inyectarás un veneno letal y moriré!»

El inteligente escorpión le dijo: «No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado»

La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró, y comenzaron la travesía del río Níger.

Todo iba bien. La rana nadaba con soltura a pesar de sostener sobre su espalda al escorpión. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda.

Llegaron a mitad del río. Atrás había quedado una orilla. Frente a ellos se divisaba la orilla a la que debían llegar. La rana, hábilmente sorteó un remolino...

Fue aquí, y de repente, cuando el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión:
«¡Lo sabía!. Pero... ¿Por qué lo has hecho?»

El escorpión respondió: «Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. Es mi naturaleza.»

Y juntos desaparecieron en medio del remolino mientras se ahogaban en las profundas
aguas del río Níger.

Convivir en la diversidad implica muchas veces, encontrarse con escorpiones y ranitas, cada uno con su forma de ser y actuar. Implica ser solidarios con aquellos que tal vez no lo sean tanto. ¿Pero como hacerlo sin caer en la ingenuidad de ser picados y morir en el intento? ¿Cómo ser solidarios con aquellos que pueden atacarnos?

A veces se piensa que lo mejor es matar al escorpion y evitar que nos haga daño o tal vez soltarlo a la mitad del río y dejar que se ahogue, pero no está en la naturaleza de la ranita hacer eso, ¿que hacer entonces?

Tal vez lo mejor sea lograr no solo unos acuerdos sobre reglas claras sino también, establecer unos límites entre unos y otros para evitar que su naturaleza termine por hacerlos picar al que le está ayudando.

Pero si ponemos límites, ¿no sería como discriminar o excluir? ¿no caemos en el mismo discurso por el cual los diferentes somos rechazados?

Por siglos las ranitas y los escorpiones han podido convivir, ¿pero será que no se pueden colaborar? ¿que la ranita nunca debería ayudar al escorpión?

Me gustaria saber la respuesta, me gustaria saber como lograr que algunos escorpiones que no permiten la diversidad en Chapinero y en muchos otros lugares, entendieran que ellos también se ahogan, que ellos también pierden.

¿SERA TAN DIFÍCIL?

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